John Rawls (1921-2002) fue un eminente filósofo, quizá el más grande que ha producido Estados Unidos. Fue también un entusiasta devoto del béisbol. Contrario a las noticias extendidas, Rawls nunca recibió una oferta para jugar como profesional y, de hecho, ni siquiera jugó en un equipo de béisbol de su universidad.
Pero jugó en el equipo del bachillerato y fue estrella en juegos de sóftbol interuniversitarios y departamentales en Harvard. Con frecuencia, como en su artículo seminal “Dos conceptos de reglas”, Rawls usó ejemplos del béisbol para explicar aspectos técnicos de la filosofía.
En la carta que sigue, escrita en 1981, Rawls pone la filosofía al servicio del béisbol y da una explicación sobre el deporte y la especial atracción que ejerce sobre los americanos. La carta recupera una conversación durante un desayuno veinte años atrás con Harry Kalven (1914-1974), quien fue un amigo y colega mío en la Universidad de Chicago. Kalven fue un muy distinguido erudito en derecho, especializado en agravios, jurados y libertad de expresión.
Cuando murió, Kalven dejó un manuscrito al cual se refiere Rawls y que fue publicado finalmente en 1988 con el título A Worty Tradition, sobre la libertad de expresión. Como Rawls, Kalven amaba el béisbol. Estaba orgulloso de que su archivo sobre agravios contuviera más casos de béisbol que el de cualquiera de sus colegas, y consideraba esencial llevar cada año a sus estudiantes a un juego de los Chicago Cubs.
El recuento de Rawls de su conversación con Kalven puede considerarse una muestra de su excepcional poder de evocación. O puede ser leído como un reconocimiento a su espíritu generoso, a su bien conocida inclinación a dar el crédito de sus ideas a otras personas. En cualquier caso, su carta es parte de una tradición –la de pasar los sábados escribiendo largas, lentas cartas–, que ha desaparecido por completo en la era de los e-mails.
–Owen Fiss (Departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard)
Sábado, abril 18
Querido Owen,
Muchas gracias por enviarme la bibliografía de los escritos de Kalven y la copia de tu discurso fúnebre. Cuando terminen las clases al final de la próxima semana espero poder leer algunos de los ensayos que no conozco todavía. Tengo hasta finales de mayo para revisar la conferencia (te adjunto una copia) para su publicación en el volumen de Tanner. Se necesita meter mucha mano ahí, sin embargo me siento mejor que hacia el 1 de marzo, cuando tuve problemas para decidir cómo incluir un ejemplo o dos y darle un cierre a la cosa. Ahí especialmente los escritos de Kalven fueron de mucha ayuda.
Es curioso que aunque sólo me vi con Kalven una vez para conversar, y eso fue en el verano de 1961 (creo, si no fue en 1962) en un desayuno mientras asistíamos a una conferencia patrocinada por la Enciclopedia Británica en Santa Bárbara, en el manicomio de Hutchins entre las palmeras, conversamos del único tema al que nunca pareces haber llegado en tus conversaciones con él: béisbol. Recuerdo claramente la conversación porque me mostró muchos rasgos espléndidos del juego, para los cuales, obvio, se requeriría de su particular brillantez a la hora de explicarlos. Por ejemplo, me dio las siguientes razones que hacen del béisbol el mejor de los deportes.
Primero: las reglas del juego están en equilibrio. Es decir, para comenzar, el diamante tiene el tamaño correcto, el montículo del pitcher tiene la distancia exacta desde el home, etc., y esto hace posible las maravillosas jugadas como el doble play. El diseño físico del juego está perfectamente ajustado a las habilidades humanas, que se despliegan en un ejercicio elegante. En cambio, el baloncesto, por ejemplo, está (o estaba entonces) constantemente ajustando sus reglas para obtener equilibrio.
Segundo: el juego no requiere características físicas especiales, por ejemplo, los hombres altos, como pasa en el baloncesto. Todo tipo de capacidades encuentran un lugar en cualquier parte: el alto, el bajo, etc., pueden disfrutar juntos del juego en diferentes posiciones.
Tercero: el juego usa todas las partes del cuerpo. Los brazos para lanzar, las piernas para correr y meterle fuerza al swing, etc.; al contrario del fútbol, donde usted no puede tocar el balón con la mano. El béisbol necesita velocidad, puntería, buen ojo para el bateo, astucia para los lanzadores y receptores, etc. Y hay todo tipo de estrategias.
Cuarto: todos los momentos del juego están abiertos a la vista: los espectadores y los jugadores pueden ver lo que está pasando. Por el contrario, en el fútbol americano es difícil saber lo que pasa en el campo de batalla más allá de la línea. Incluso los árbitros no pueden verlo todo, por eso hay un montón de trampas. Y en el baloncesto es difícil saber cuándo pitar una falta. En el béisbol también existen los casos dudosos, pero por lo general a los árbitros les va bien, y estos casos dudosos provienen de la maravillosa coordinación de tiempos del juego y no de la obligación de pillar tramposos, etc.
Quinto: el béisbol es el único deporte donde la anotación no se logra con la pelota, y esto produce el notable efecto de concentrar la excitación de las jugadas en diferentes puntos del campo al mismo tiempo. El corredor cruzará la base antes de que el jardinero atrape la bola y la tire al home, y así sucesivamente.
Finalmente está el factor del tiempo, cuyo manejo es fundamental en cualquier deporte. El béisbol comparte con el tenis la idea de que el tiempo nunca se acaba, como pasa en el baloncesto, en el fútbol americano o en el fútbol. Esto significa que siempre hay tiempo para que el lado perdedor pueda desquitarse. La parte baja del noveno por lo general se convierte en uno de los momentos potencialmente más excitantes del juego. Y aunque pasa lo mismo algunas veces en el tenis, parece que pasa cada vez con menos frecuencia. El cricket, como el béisbol (y a propósito, debo corregir la anotación que hice arriba respecto a que el béisbol es el único deporte donde la anotación no se logra con la pelota), tampoco tiene límite de tiempo.
Esto, según recuerdo, fue la esencia de mi conversación una mañana con Kalven; como yo, muchos otros desayunaron con él. Y habiendo jugado béisbol traté de que se extendiera un poco en el tema. Estoy seguro de que hubo muchas otras cosas que he olvidado, y también de que hubiéramos podido seguir hablando largo rato de haber tenido más tiempo.